A veces uno nace fuera del nido. No por una cuestión
voluntaria, sino tal vez las fuerzas del universo se consolidaron e hicieron a
esa persona de tal forma. Las cosas se dieron así.
A veces esa persona se da cuenta luego de muchos años,
cuando le empieza a parecer curioso que para todo su círculo de amigos y
conocidos, la familia sea el lugar donde buscan refugio, donde buscan apoyo.
Donde la familia es sinónimo de hogar. Y le parece curioso, porque para esa
persona, no lo es.
Para esa persona (llamémosla Frida) el lugar que representa
su familia no es para nada confortable, sino que al contrario, es un lugar que
lo único que hace es provocarle malestar. Es un lugar donde se respira
toxicidad en el aire, donde cualquier movimiento por parte de ella es un error,
donde sus padres tienen la palabra soberana y no contemplan que Frida también
sea parte de la “familia”.
Frida ve la familia de sus amigos y no entiende por qué razón
del destino a ella le tocó la suya. No entiende qué hizo para merecerlo, o si
en su vida anterior fue una persona muy mala y en ésta está pagando por sus
errores.
Cuando escucha a sus amigos hablar de lo buena que son sus
familias, del apoyo que reciben, de los viajes que hacen, Frida no logra
entender ese sentimiento. Frida nunca ha recibido de su familia más que
consentimiento material. Sus padres nunca se han interesado por saber cómo es
ella, cómo es su vida, quiénes están en ella, qué la hace feliz, que parece que
quisieran suplir esa falta de sentimientos con materialismo. Evidentemente,
Frida tampoco dice que no. Tal vez el que le regalen cosas es la única forma de
cariño que conoce. Y al pensar que eso es cariño, Frida comienza a desarrollar
una forma de ser superficial y tóxica, debido a que es lo único que conoce.
Para Frida su adolescencia es un calvario. No para de pelear
con sus amigas por cuestiones estúpidas que no puede dejar pasar, no para de
sentir que todo es su culpa, que las cosas estarían mejor si ella no estuviese.
No puede dejar de sentir tanta ira por dentro, ira que no sabe de dónde viene,
pero que está ahí al fin y al cabo.
En lugar de encontrar refugio en su familia, encuentra más
peleas. Sus padres sobreprotectores no le dan permiso para ir a las fiestas de
15 como sus amigas y ella no entiende el porqué de la negativa. Una llama que
está escondida en lo más recóndito de su ser, comienza a encenderse: una llama
de rebeldía, de independencia. La llama que la hizo nacer fuera de su nido. No
entiende el porqué de la negativa y la cuestiona. Es la primera vez que Frida
cuestiona algo que para ella sí merece, siendo la respuesta de su padre un NO
rotundo, un hacerla sentir mal, un hacerla sentir que no se lo merece. Y su
madre manteniéndose al margen como siempre.
Frida es rebelde, Frida es independiente, sin embargo, Frida
también es inocente y alberga la esperanza de que si esa vez no se dio, tal vez
en otro momento sí.
Pasa un tiempo, y Frida vuelve con la misma pregunta a sus
padres, siendo cada vez más rotunda aún la negativa. Frida es buena chica,
Frida no sale (porque no la dejan), Frida no desobedece, Frida tiene buenas
notas en el colegio. Frida comienza a desesperarse porque no sabe qué más debe
hacer para merecerse el SÍ de su padre. Ella comienza a pensar que todo lo que
está haciendo está mal y empieza a entrar en una depresión muy grande.
Su ira vuelve a aparecer, es un enojo contra el Universo,
contra Dios. ¿Por qué le resultaba todo tan difícil? ¿Por qué cada día sentía
que tenía más odio dentro suyo? ¿Por qué no podía ser feliz aunque sea un
mínimo instante? Eran preguntas a las que no encontraba respuestas y la hacían
enfadar cada vez más.
Llegó un punto en el que Frida se volvió la más tóxica de la
familia. Tanto menosprecio, tanta humillación, tanta manipulación la llenaron
de odio (y ni siquiera ella estaba enterada de todo eso). Tanto fue, que
comenzó a desquitarse con la gente que la rodeaba. Comenzó a pelearse una por
una con todas sus amigas, con las que la estaban bancando. Su nivel de
toxicidad se volvió tan grande que no soportó ver que se le estaba yendo todo
de las manos y estaba peleando con todo el mundo.
Frida volvió llorando a su hogar, no encontró consuelo de
sus padres, de hecho ni siquiera sus padres se dieron cuenta de lo mal que
estaba. Frida estaba sumida en la depresión, tanto fue que intentó suicidarse.
Una decisión que sabía que era cobarde, que sabía que no era la solución en
realidad, pero ella sólo quería dejar de sentir.
Su llama, presente, comenzó a resplandecer cada vez más
fuerte. Esa llama contenía algo de positivismo y le decía constantemente que
todo iba a mejorar, razón por la cual Frida no logró nada. Fue cobarde hasta
para suicidarse.
A partir de allí Frida dejó de tener tan en alto la figura
de “padres”. Hasta ese momento no los había desobedecido, pero comenzó a pensar
que podría hacer lo que ella quisiera sin consultarles y así se ahorraría su
menosprecio. Frida comenzó a mentirles.
Sus padres, que nunca se habían interesado por la vida de su
hija, nunca notaron una sola de sus mentiras. Ellos estaban tan encasillados en
que la imagen de su hija era tal, que nunca se preocuparon por realmente llegar
a conocerla. Ellos sabían cuándo había nacido, su color de cabello, su edad, al
colegio al que iba, a algunas de sus amigas (las que iban más seguido a casa) y
nada más. Nunca se preocuparon en saber qué materias le gustaban más, qué
chicos le gustaban, con quiénes se llevaba mal, qué quería en su vida. Nada. Lo
único que les preocupaba era que llegara con buenas notas del colegio, y ni
siquiera la felicitaban por ello porque ya era moneda corriente. Pero cuando
llegaba con algo “mediocre”, ponían el grito en el cielo.
Frida cada vez comenzó a poner más distancia emocional entre
sus padres y ella. Dejó de pensar que el refugio ante sus problemas lo debía
encontrar en su casa y comenzó a encontrarlo en sus amigas, personas que veía tan
felices y con familias tan funcionales, que le empezaron a brindar un poco de
cordura.
Al poco tiempo, Frida comenzó la universidad. Allí conoció a
gente con una forma de ser tan distinta a la que conocía que quedó maravillada.
Frida quiso imitar esa forma que tanto le gustaba, desechando la que ya tenía.
Su mirada ahora era mucho más crítica. Ya no era tan individualista e iracunda,
ahora ella se sentía distinta, sentía que podía cambiar y que estaba cambiando,
para bien.
Ya no le preocupaban más sus notas, o las de sus compañeros
(porque era muy competitiva), ya no juzgaba más a las personas, sino que
comenzó a pensar que tal vez detrás de cada uno existe una historia, incluso
tal vez una historia como la de ella. Y antes de juzgar hay que conocer.
El punto de inflexión en su vida, fue cuando vino su banda
preferida a su país. Frida los amaba con todo su corazón, en ellos se había
refugiado en su adolescencia, cuando vivía de pelea en pelea alternando entre
amigas y familia. No podía perdérselos.
Debido a que Frida era joven todavía y vivía con sus padres,
debía pedirles permiso. Como sucedía cada vez que quería hacer algo que a ella
le parecía “normal” para su edad, su padre le dio un rotundo NO.
Sin embargo, esta vez no estábamos hablando de fiestas de
15, donde el finde que viene seguramente habrá otra. Esta vez estábamos
hablando de su banda preferida, que venía a tocar un concierto por primera vez
en su vida al país. Esta vez Frida no se comió la ira y silenciosamente fue a
llorar en su pieza, como hacía antes. Esta vez Frida explotó.
La llama que tenía dentro de su ser, se estaba volviendo un
incendio. Estaba fuera de control. Todos los paradigmas en los que creía
comenzaron a estrellarse, uno a uno, entrando en total crisis.
Fue en ese momento en el cual, Frida comenzó a notar las
conductas TÓXICAS y PATOLÓGICAS de sus padres, momento en el cual se dio cuenta
que ella podría ser así y donde decidió que NUNCA IBA A SER ASÍ y que quería
cambiar rotundamente su forma de ser.
La situación pudo solucionarse, con un psiquiatra de por
medio, pero ella nunca pudo borrárselo de su cabeza. No podía olvidarse la figura
de su padre, autoritario, imponente, queriendo tener todo el tiempo la razón,
queriendo imponerle a ella sus pensamientos sin ni siquiera intentar
comprenderla, y la figura de su madre, ausente en la pelea, falsa, que con ella
estaba en contra de su padre y con su padre confabulaban en su contra.
Desde ese entonces, sólo sintió que lo que la unía con ellos
era el vínculo de parentesco, la sangre. Pero nunca una emoción. De allí en
adelante, cada vez que podía estar fuera de su casa, lo hacía.
Así la vida la fue acercando a un grupo en particular, donde
sus ojos comenzaron a abrirse y donde encontró la solución a su crisis de
paradigmas. Su llama se sentía cómoda allí, se sentía útil. Comenzó a conocer
cada vez más el mundo que la rodeaba –mundo del cual sus padres
sobreprotectores le habían escondido- y se sentía más a gusto permitiéndose
vivir sin limitaciones.
En ese grupo también, encontró un compañero, un amigo, un
novio. El primero en su vida. También sentía que iba a ser el último. Su llama
se complementaba perfectamente con la de él, pero no hacían un incendio, no se
desbordaba, danzaba tranquilamente llenando el ambiente de un calor acogedor.
Nunca se sintió tan feliz con el tipo de vida que estaba
llevando, la realidad que estaba viviendo, los amigos que tenía a su lado, Él
que caminaba en su misma sintonía. Pero, sus padres no notaron esta felicidad e hicieron
pasar varios males momentos a Frida por su pareja.
Sin embargo ella ya no era más la misma adolescente, ya era
adulta. Ya no se dejaba someter a la manipulación, al chantaje emocional. Ella
les redobló la apuesta. Sus padres no podían creer el “monstruo” que habían
creado, un monstruo que defendía fervientemente lo que creía y sentía, un
monstruo que entendía la realidad y que vivía en ella. No la muñequita que
ellos querían que no entendiera nada y que siempre estuviera con ellos.
Su padre comenzó a decirle que le habían cambiado a la nena,
que Frida no era su hija. Su madre como siempre, nunca jugándosela por una de
las partes. Frida cada vez estaba más cansada.
Frida cada vez sentía que si ella no cortaba esa relación,
la iba a terminar consumiendo. Porque por más que haya gente que la quisieran mucho, por la toxicidad que tienen, nunca se iban a alegrar por la felicidad de
ella. Y ella no podía vivir con gente así de negativa. No podía sentir que no
se alegraban por ella, que era SU HIJA.
No podía dejar de sentir que cada vez que extendía sus alas,
ellos llegaban y se las cortaban.
Frida se dio cuenta de su familia tóxica. Y ante todos ellos
que tienen una, la solución es no callarse y buscar una forma de escapar. Frida
tiene 20 años, es joven y dependiente económicamente, pero quiere buscar un
trabajo e irse alejando poco a poco.
Frida da una lucha todos los días, que ya la está agotando. Pero sabe que no puede bajar los brazos.


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